La planta psicotrópica que vigila el diablo: la belladona
Escrito por Quimitube el 5 agosto
En algunas de las ocasiones en que voy a revisión al oftalmólogo por mi operación de miopía, “me dilatan la pupila” para explorarme el fondo de ojo. Esto significa que me administran un colirio que inhibe la acomodación ocular de mis pupilas (es un fármaco midriático), por lo que dejan de ser receptivas a los cambios de luz y permanecen casi del diámetro de mi iris durante horas (incluso a pleno sol, ¡qué molesto!). El colirio que paraliza la acomodación de la pupila contiene un alcaloide, la atropina, que se extrae de la planta Atropa belladona. Concretamente, el principio activo es el sulfato de atropina, la forma soluble en agua, dado que la atropina es altamente insoluble en disolventes polares.
La belladona contiene otro alcaloide en menor cantidad además de la atropina, la escopolamina (también llamada hioscina), con efectos semejantes y también muy tóxico. Para hacernos una idea de la peligrosidad de los alcaloides en general, baste decir que la cocaína, la anfetamina, la heroína y la morfina lo son; no obstante, lo cierto es que los alcaloides son un grupo muy heterogéneo en cuanto a su estructura molecular (aunque homogéneos en su toxicidad y efectos) y lo único que tienen en común químicamente hablando, y que les da nombre, es la presencia de átomos de nitrógeno con capacidad básica (álcalis).
Estas estructuras químicas son capaces de bloquear los receptores de la acetilcolina, lo que desemboca en la depresión del sistema nervioso parasimpático, que controla la musculatura lisa, es decir, los movimientos involuntarios.
Aunque la belladona es una planta reservada hoy al ámbito farmacéutico, en la Antigüedad (Grecia, Roma, Egipto, Siria…) y hasta prácticamente el siglo XIX, era ampliamente utilizada, desde la curación a la hechicería. Además de como fármaco para múltiples dolencias, en la Edad Media se usaba como alucinógeno -por sus potentes efectos psicotrópicos- en los rituales de brujería y, dada su elevada toxicidad (la ingestión de 10-15 bayas puede producir la muerte en un hombre adulto) ha recibido nombres tan explícitos como cereza del diablo, hierba de la muerte o baya de la bruja. De hecho, la palabra “atropa” que hallamos en su nombre científico procede de “Átropos”, una de las tres moiras que en la mitología griega se encargaban de cortar el hilo de la vida, de modo que se pone en relieve la relación que se le atribuía a la belladona con la muerte.
Por su parte, el nombre “belladona” procede del uso embellecedor que se le dio en numerosas culturas. Aunque he hallado cierta discrepancia al respecto, parece ser que ya en el Antiguo Egipto usaban la belladona con fines cosméticos para dilatar la pupila artificialmente. Esto se debe a que la pupila se dilata en estados de excitación sexual, por lo que los hombres inconscientemente perciben a las mujeres de pupila dilatada como sexualmente receptivas y, por tanto, más atractivas.
No es de extrañar que siendo un compuesto de uso relativamente común tanto en cosmética como en medicina, resultase fácil usarlo con fines criminales por su accesibilidad. No obstante, a diferencia de lo que sucedía con el envenenamiento por arsénico, es muy difícil enmascarar el envenenamiento con belladona. Esto se debe a que los síntomas provocados por los alcaloides son muy llamativos, empezando por la ronquera o pérdida completa de la voz y acabando por terroríficas alucinaciones hasta llegar a la muerte.
Arias Carbajal, en su libro Plantas que curan y plantas que matan, describe los síntomas del envenenamiento con belladona de forma muy precisa.
“Los primeros síntomas del envenenamiento que se presentan con rapidez, son la dilatación de las pupilas y sensación de sequedad en la garganta y boca, la cual se hace penosísima por ir seguida de sed, escozor y contricción, hasta llegar a hacer imposible la deglución de los alimentos y de los líquidos y saliva. Esto va acompañado de sequedad de la piel y disminución de las secreciones de la laringe y bronquios explicándose así la voz ronca de los intoxicados por la belladona.
Se presentan desórdenes de la vista y trastornos como vértigos y dolor de cabeza. No falta casi nunca el delirio alucinatorio, generalmente de carácter terrorífico. El enfermo ve incendios y escenas sangrientas, grita y es presa de una agitación extraordinaria; salta, baila y se entrega a movimientos desenfrenados.
[…]
La cara está congestionada y con frecuencia se presentan erupciones cutáneas que se atribuyen a los trastornos circulatorios. Hay también disminución de la orina que a veces se segrega gota a gota y se suprime del todo durante uno o dos días.
Por fin, en los casos muy graves o mortales, se presenta el coma, que dura más o menos tiempo, hasta que muere el enfermo.”
Se comprende fácilmente que con semejantes síntomas resulta imposible camuflar el envenenamiento y sólo se puede apelar a que no se sepa quién fue el que puso el veneno, como en el caso del emperador romano Claudio, el cual probablemente fuera envenenado con belladona y, si bien se implica a su esposa, Agripina, no existe una certeza absoluta al respecto.
Según el libro Historia de las Hierbas Mágicas y Medicinales “una antigua leyenda dice que la belladona se encuentra permanentemente vigilada por el diablo, razón por la cual ingestión es mortal”. Ignoro si a la belladona la vigila el diablo pero, desde luego, los alcaloides, en general, los carga el diablo tanto como (o más que) las armas.
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Un veneno letal para conspiradores sibaritas: el polonio 210 | Quimitube, 12 Años Antes
solo comentar que el hermano de mi padre en su adolescencia se intoxico y alucino por efecto de la belladona, en esos años se sabia que este fruto era alucinogeno y podia causar la muerte pero el quiso probar sus atributos alucinogenos y por su propio relato cuenta que se comio 5 frutos y por esto estuvo al borde de la muerte.
jorge gajardo, 11 Años Antes