El vidrio de la naturaleza: las fulguritas
Escrito por Quimitube el 31 mayo
Vimos en nuestra última entrada el proceso por el que se recicla el vidrio. El calcín (vidrio reciclado triturado) se mezcla con piedra caliza, hidróxido de sodio y arena y se funde en un horno a unos 1500 ºC. Este último componente, la arena, que es fundamentalmente sílice (SiO2) es la materia prima a partir de la cual podemos fabricar vidrio de nueva producción. Ahora bien, incluso con fundentes que logren disminuir la temperatura de fusión de la mezcla, el vidrio a partir de arena requiere temperaturas más elevadas que el reciclaje de vidrio, por lo que no es un proceso sencillo. El vidrio tal y como lo conocemos, el vidrio transparente que usamos para recipientes o ventanas, es un material sintético, dado que no existe como tal en la naturaleza.
No obstante, aunque el vidrio no exista como tal, sí que puede ocurrir el proceso de vitrificación de la arena en la naturaleza. Hemos dicho que la temperatura requerida es muy elevada, ¿cómo es posible que ocurra en nuestro entorno? ¿De qué manera se pueden alcanzar esas cantidades de energía? La respuesta la tenemos en las tormentas eléctricas: los rayos tienen energía suficiente para vitrificar la arena y para mucho más. (También la explosión de una bomba nuclear o el impacto de un meteorito pueden vitrificar la sílice, pero en esta entrada nos centraremos en los rayos).
Y esto nos lleva a hablar de las fulguritas y la lechatelierita (El nombre de estas últimas procede de nuestro amigo el químico francés Henry Le Châtelier, al que le debemos gran parte del desarrollo de las teorías de equilibrio químico.)
La lechatelierita es un mineraloide (en realidad el vidrio es una formación amorfa, no cristalina) compuestas por sílice vitrificada. La lechatelierita natural se debe a la fusión de arenas de cuarzo tras la caída de rayos, que producen unas estructuras tubulares irregulares y ramificadas, a menudo huecas, denominadas fulguritas.
Cuando cae un rayo sobre la arena de un desierto o de una playa, puede alcanzarse una temperatura superior a los 4.000 grados Celsius hasta una profundidad de más de un metro (a veces ¡hasta quince metros!). Esto hace que la sílice se funda en algunos puntos y forme una especie de pegamento de arena que une los distintos granos para dar una estructura generalmente tubular, recta o bien retorcida y ramificada a la imagen y semejanza del rayo que la ha producido. De hecho, también se las conoce con el nombre, más mitológico y menos científico, de piedras de rayo, aunque esta última denominación no solo se refiere a las fulguritas, sino a todo tipo de piedras tubulares o puntiagudas halladas en la naturaleza y a las que antiguas civilizaciones les dieron interpretaciones divinas, si bien en su mayoría eran vestigios humanos prehistóricos.
El interior de las fulguritas de arena normalmente es liso o está cubierto de burbujas finas, mientras que el exterior está recubierto con partículas sedimentarias ásperas, pequeñas rocas y granos de arena no vitrificados. También se puede vitrificar la superficie de una roca de mayor tamaño, apareciendo en ella zonas vitrificadas con apariencia lisa.
Tienen diámetros pequeños (hasta cinco centímetros normalmente, aunque las hay mucho más gruesas, algunas parecen troncos de árboles) y son bastante frágiles y también bastante raras. Su formación es poco frecuente y no es sencillo encontrarlas.
Aunque las fulguritas normalmente tienen un tono blanco o marronoso oscuro como las que hemos visto en las fotos, dependiendo de la composición de la arena a partir de la que se formen pueden ser de distintos colores, incluso verdes o negras. Por ejemplo, el óxido de hierro es una impureza común que puede dar como resultado una coloración verde parduzco profunda.
Y como internet no deja de sorprendernos, escribiendo esta entrada he descubierto que, si queremos comprar una fulgurita, podemos comprarla fácilmente en internet y más baratas de lo que pensaba, por ejemplo en Etsy.
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