Ciencia ingrata: Avogadro

Escrito por Quimitube el 1 abril

Probablemente tenéis presente la Ley de Avogadro o, al menos, la usáis con relativa frecuencia en ejercicios de cálculos estequiométricos. Es aquella ley que nos dice que volúmenes iguales de gases distintos, en las mismas condiciones de presión y temperatura, tienen el mismo número de partículas. Es por esto que podemos decir, por ejemplo, que un mol de cualquier gas medido en condiciones normales, ocupa 22,4 litros. Recordaréis también, sin duda, el llamado Número de Avogadro (6,23·10^(23)), que es el número de átomos o moléculas contenido en un mol de sustancia.

Y, seguramente, hasta ahí llegue vuestro conocimiento sobre Avogadro, porque la ciencia suele llegar hasta nuestros días sólo en forma de hipótesis, teorías y leyes.

Pero los científicos son seres humanos y, como tales, se enfrentan a pasiones, envidias, ambiciones y enemistades, y sobre cosas como éstas, tan humanas, versarán ésta y otras entradas de «Ciencia ingrata».

En 1811, cuando Avogadro formuló su hipótesis (que con el tiempo se convirtió en una Ley por estar totalmente comprobada), la comunidad científica la despreció. Por aquel entonces era Berzelius el químico más respetado e influyente, y éste ridiculizó la hipótesis de Avogrado de forma cruel. Fue por ello que su hipótesis permaneció olvidada y Avogadro murió amargado por el desprecio de la comunidad científica. Varios años después de la muerte de Avogadro, un compatriota suyo, de nombre Cannizzaro, defendió la hipótesis en el Primer Congreso Internacional de Química (1860) con tanto ímpetu que, finalmente, fue aceptada (también había muerto ya Berzelius).

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